Transferencia de energía: cuando se dosifica correctamente, permite a los jugadores destacar en el juego.
Imagine que se usaran bolas de acero: cuando estas chocan entre sí, no hay deformación de la superficie y, como consecuencia, toda la energía cinética de la bola blanca se transfiere a la bola objetivo, que es catapultada. De manera similar, las bolas de billar que son demasiado duras se consideran demasiado "saltadoras", lo que disminuye la capacidad del jugador para controlar su tiro y el impacto deseado en la bola objetivo en términos de velocidad, dirección y efecto. Por otro lado, cuando las bolas son demasiado blandas, demasiada energía cinética de la bola blanca se disipa en la flexión de la superficie de ambas bolas al chocar. A esto los jugadores lo llaman bolas "apagadas" o "muertas", ya que parte de la energía del golpe se pierde en la flexión, dando la impresión de que las bolas objetivo no reaccionan lo suficiente.
La cantidad de rebote, transferencia de energía y control está totalmente determinada por la dureza del material de la bola, su elasticidad, vitrificación de la superficie y estructura molecular.
Aramith ha desarrollado una resina con ingeniería molecular única que, a través de técnicas de moldeo de última generación y múltiples procesos de curado, ha logrado la combinación perfecta de dureza y elasticidad. El resultado es la dosis precisa de rebote y transferencia de energía que permite al jugador tener el máximo control y precisión en el juego. A veces, los jugadores prueban otras bolas de la competencia, pero al final, invariablemente regresan a Aramith por su combinación única de características que les permite sobresalir en el juego.
Además, las bolas Aramith tienen una sólida reputación por conservar sus características únicas por más tiempo que cualquier otra bola durante su excepcionalmente larga vida útil.
Balance / Rodamiento verdadero
Cuando la densidad de la resina no está distribuida uniformemente en toda la bola (y sus partes), el peso tampoco se distribuye de manera uniforme. Este desequilibrio hace que la bola no ruede en línea recta y se desvíe de su trayectoria prevista.